NADIE SABE LO QUE
TIENE, HASTA QUE LO PIERDE. Julio 27 de 2017, 5:44 P. M. Buenas y santas tardes
y semana querida familia. Recordad que todos no hemos sido hechos para cumplir
la misma misión de vida buena principal y accesorias y por ese motivo es que
debemos colaborarnos unos con otros en la consecución de lo que Dios nos ha
enviado a hacer. Por eso os escribo este blog, para que cada uno de vosotros
aplique la semilla a vuestras vidas y propague las bendiciones, para lograr una
mejor unidad en la FAMILIA DE DIOS EN EL PLANETA TIERRA Y EL UNIVERSO.
Es muy importante que
viváis cada día y déis un paso a la vez, sin querer saltaros nada, ni conseguir
nada con violencia o a los trancazos como si fuerais potrancos o
potrancas. Disfrutad de vuestros
familiares y seres queridos todos los días de vuestras vidas, dedicadles
tiempo, ayudaros unos con otros. No os calléis cuando tengáis miedo o problemas
y apoyaros siempre en todo momento y lugar. Valorad a todos en el Todo y a todo
lo que hagáis y consigáis, cuidad de vuestros seres, pertenencias y de
vosotros, porque si no lo hacéis, llegará el día en que los extrañaréis y ya no
los estaréis gozando a vuestro lado y los habréis perdido para siempre. Dad el
justo valor a cada uno y al Todo en todos y cada uno de vosotros.
TAREA PARA TODOS.
Procurad organizar grupos de lectura, de cineclub, de actividades culturales y
de esparcimiento o artesanías y artes manuales, para todos aquellos que están
ociosos en vuestros barrios, esto ayuda a la unidad y a generar ingresos para la
comunidad con concursos, competencias o la venta de vuestros productos y más
empatía y comprensión entre vosotros y quienes os rodean.
EVANGELIO DEL DÍA
PRIMERA LECTURA: ÉXODO
20,1-17
En aquellos días, el
Señor pronunció las siguientes palabras: «Yo soy el Señor, tu Dios, que te
saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses frente a mí. No te
harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la
tierra o en el agua debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos, ni les
darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un dios celoso: castigo el pecado
de los padres en los hijos, nietos y biznietos, cuando me aborrecen. Pero actúo
con piedad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos. No
pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor
impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para
santificado. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es
un día de descanso, dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú,
ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el
forastero que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo,
la tierra y el mar y lo que hay en ellos. Y el séptimo día descansó: por eso
bendijo el Señor el sábado y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre: así
prolongarás tus días en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No
matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás testimonio falso contra
tu prójimo. No codiciarás los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de
tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que
sea de él.»
SALMO
SAL 18 R/. SEÑOR, TÚ TIENES PALABRAS DE
VIDA ETERNA
La
ley del Señor es perfecta
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
y es descanso del alma;
el precepto del Señor es fiel
e instruye al ignorante. R/.
Los
mandatos del Señor son rectos
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.
y alegran el corazón;
la norma del Señor es límpida
y da luz a los ojos. R/.
La
voluntad del Señor es pura
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
y eternamente estable;
los mandamientos del Señor son verdaderos
y enteramente justos. R/.
Más
preciosos que el oro,
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R/.
más que el oro fino;
más dulces que la miel
de un panal que destila. R/.
EVANGELIO DEL DÍA
LECTURA DEL SANTO
EVANGELIO SEGÚN SAN MATEO 13,18-23
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos: «Vosotros oíd lo que significa la parábola del
sembrador: Si uno escucha la palabra del reino sin entenderla, viene el Maligno
y roba lo sembrado en su corazón. Esto significa lo sembrado al borde del
camino. Lo sembrado en terreno pedregoso significa el que la escucha y la
acepta en seguida con alegría; pero no tiene raíces, es inconstante, y, en
cuanto viene una dificultad o persecución por la palabra, sucumbe. Lo sembrado
entre zarzas significa el que escucha la palabra; pero los afanes de la vida y
la seducción de las riquezas la ahogan y se queda estéril. Lo sembrado en
tierra buena significa el que escucha la palabra y la entiende; ése dará fruto
y producirá ciento o sesenta o treinta por uno.»
REFLEXIÓN DEL
EVANGELIO DE HOY
Resulta sumamente
interesante la unidad entre la lectura del Éxodo que hoy leemos y la respuesta
que a ella da el salmo responsorial. Dios se presenta a sí mismo al pueblo como
“su Dios”, el que le sacó de la esclavitud; después de recordarles esto les da
los mandamientos.
Dios ha comenzado el proceso de transformar los corazones esclavos en corazones libres, corazones de hijos a semejanza del Hijo, Jesús.
Dios ha comenzado el proceso de transformar los corazones esclavos en corazones libres, corazones de hijos a semejanza del Hijo, Jesús.
Me parece que todos
estamos en este proceso de liberación. Se trata de dejar que el Espíritu Santo
eduque el corazón para obrar solamente movido por él. Eso es la libertad, dejar
correr por mi inteligencia, mi voluntad, mis afectos, mis pasiones la “sabia de
Dios”, su gracia, su vida. Los mandamientos, estas diez normas precisas son lo
que el taca-taca a un niño que está aprendiendo a caminar, son una ayuda para
no caer, una contención que da firmeza hasta que pueda andar por sí mismo,
hasta que se vea libre, sin necesidad de un medio para mantenerse en pie y
avanzar. Los mandamientos son una gran ayuda que Dios da a su pueblo en orden a
hacerle crecer el corazón para que quepa en él la ley nueva, el sermón de la
montaña, la ley de la gracia. Por eso es que el salmista puede decir que la ley
le alegra el corazón, es más atrayente que el oro, es luz para sus pasos…
Imaginemos que en el
entretiempo de un partido de futbol se lee el decálogo ¿Qué diría la mayoría de
los presentes, de los televidentes y de los auditores? ¿Contestarían lo del
salmista? Y Yo, Tú ¿Qué diríamos? ¿Hemos aprendido a gustar la bondad y la
belleza de la veracidad, de la castidad, de la vida?
¿Son para nosotros los
mandamientos un camino hacia una libertad mayor, la gloriosa libertad de los
hijos de Dios?
Jesús nos explica la
parábola de la semilla
El sembrador hizo su
trabajo, arrojó la simiente, la semilla hizo el suyo, se dejó sembrar y cayó en
un terreno que ella no eligió. El terreno también hará su faena, y un cuarto
personaje: “el enemigo”, que sin duda hará su parte. Para que la Palabra de
Dios de fruto en nosotros se necesita un proceso en el que encontraremos
dificultades. En mi reflexión me detendré solamente en un aspecto: el de la
confianza que tiene que tener la semilla en su sembrador, porque no es
cualquier sembrador. Él es a su vez su creador, de él recibió su ser semilla;
él sabe en el terreno que caerá, sabe las dificultades con que se puede hallar,
dificultades de afuera: el terreno pedregoso, las tribulaciones y
persecuciones, ¡el maligno!; y dificultades de adentro: la inconstancia, las
preocupaciones mundanas, la seducción de las riquezas.
Cuando fuimos
bautizados Dios nos hizo partícipes de su gracia, es decir de su vida, nos hizo
hijos en el Hijo ¡Nos hizo semillitas en la Semilla, palabras en La Palabra! A
su Hijo lo sembró en Nazaret, a nosotros nos sembró en esta familia, en este
pueblo o ciudad. Él conoce nuestro corazón, sabe de qué estamos hechos y todas
las dificultades que tenemos, las de adentro y las de afuera. Y lo que
considero más importante, sabe para qué nos hizo así y nos puso ahí ¡No
aparecimos cómo somos, ni dónde estamos por equivocación! Con lo que soy y
desde dónde estoy tengo que dar fruto, porque para eso me creó.
Aquí, con esta falta
de fe en el ambiente que me rodea, con estos “derechos humanos” que a veces van
contra los diez mandamientos (aborto, eutanasia, ideología de género), con…
miles de circunstancias que podemos estar viviendo, estoy llamado a dar frutos
evangélicos. Lo negativo servirá de abono, lo positivo de agua, sol y tierra.
¡Todo sirve, sobre todo la vida que llevamos dentro, esa vida que unida a la
Vida nos hace capaces de dar la vida! Confiemos en la fuerza de la gracia que
llevamos en el corazón y dejémonos llevar por ella. Así, no solamente
cumpliremos los mandamientos sino que daremos los frutos que el Sembrador
espera de nosotros: amor, alegría, paz, paciencia, longanimidad, benignidad,
bondad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad.
DEJAD ENTRAR LA
ESENCIA DE DIOS EN VUESTRO SER PLENO. No basta sólo con ser de una religión y
procurar cumplir los mandamientos día a día de la mejor manera posible, es
importante que todo esto lo hagáis con amor, hacia vosotros mismos y los demás
y sobre todo que ese amor por el cual Dios creó todo el universo, lo alimenta,
lo renueva, lo sostiene y lo recicla constantemente, penetre en cada uno de
vosotros con el debido respeto por vosotros mismos y por los demás, es lo más
importante. Si esto sucede, poco a poco seremos más unidos, como debe ser la
VERDADERA FAMILLIA DE YAHVEH JESÚS. Mucho cariño y bendiciones a todos. Gracias
benditos. MARTHA LUCIA.